jueves, 6 de noviembre de 2008

Las multas no impiden “el botellón”

Hace seis años que hacer botellón en la Comunidad de Madrid está prohibido. Desde julio del 2002, cuando entró en vigor la Ley sobre Drogodependencias y otros Trastornos Adictivos en la ciudad, cada noche se imponen más de 100 sanciones y multas por la consumición de bebidas alcohólicas en vías públicas.



Los jóvenes son los principales afectados por esta normativa, ya que siguen reuniéndose en las calles para beber de manera más asequible los días del fin de semana. “Las copas en los garitos te salen a 10 euros. Con un poco más de dinero me compro la botella de alcohol entera”, comenta un joven de 20 años.

Sin embargo, hacer botellón también puede salir caro. Según informaciones de “El País”, la multa por llevar a cabo esta práctica puede alcanzar hasta los 300 euros. Una cifra, en principio, que echa hacia atrás a cualquier adolescente dependiente económicamente de sus padres. Esto explica que ya no haya grandes concentraciones de personas bebiendo en plazas y calles cercanas a las discotecas y bares de la ciudad. Aún así, jóvenes de entre 14 y 25 años saben dónde pueden beber sin que les ocurra nada, con un margen de error que hace aún más atractivo el consumir alcohol.

Las causas de esta práctica son más que conocidas. “El botellón permite hablar con tus amigos antes de entrar a un local a bailar o a ligar. Con la música tan alta ya no se puede llevar ninguna conversación, el botellón es el momento para echarse unas risas”, asegura una chica de 23 años. Los jóvenes aceptan sin vergüenza que “sin alcohol no hay diversión”, y las medidas para paliar la dependencia de estas bebidas en un día de fiesta parecen no poner solución. Conclusión: aunque el botellón pueda salir caro, todos prefieren seguir disfrutándolo.

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